18 julio 2007

Pescando con mosca en Dullstroom

Quién me iba a decir que hay tanta afición a eso de la pesca con mosca en este país. Realmente antes de venir a Dullstrom pensaba que pescar con mosca quería decir meter moscas en el anzuelo en lugar de un pedazo de gusano y que la mosca, en ningún momento se tenía que meter en el agua, sino que debía ir a ras de agua para que el pez saltara y la atrapara. Pues que va!


Karin está haciendo un proyecto para una empresa sueca que fabrica todo tipo de cañas, ropa y accesorios para este deporte, así que creyó que lo mejor era empaparse bien y decidió ir a hacer un trabajo de campo en Dullstroom (a unos 300 km de Joburg), la meca sudafricana de la pesca con mosca. Entrevistar a 3 ó 4 tiendas, hablar con la gente, probar las truchas en los restaurantes de la zona, aprender a pescar moscas o pescar con mosca, etc. Yo le acompañé aun y salir en jueves, ya que tampoco vamos muy estresados en la oficina.

Reservamos un rondavel por teléfono (tipo el del Drakensberg LINK de hace un par de semanas) a unos pocos kilómetros del pueblo. Llegamos el jueves por la noche, a eso de las 9, tras 3 horas de camino desde Joburg y un último tramo de unos 10 kms por camino sin asfaltar, todo oscuro y, de nuevo, sin luna. Al llegar a la verja de la entrada nos vinieron a recibir tres perros. Parecía fácil de abrir, pero cualquiera se expone a un perro desconocido en este país. Así que tras 10 minutos de pitar nos viene a abrir una mujer negra que parecía haber estado durmiendo, nos enseña la casa y se retira. Nadie más nos dirigió la palabra en todo el fin de semana, los veíamos por ahí pululando, pero como si no existiéramos.


Nuestra primera impresión no fue la mejor. Un fluorescente iluminaba la habitación con una luz que no era nada cálida, demasiado brillante. Dos pares de cornamentas de algún bicho de los de por aquí, con sus cráneos respectivos colgaban de la pared. Un pie de jirafa, creo, hacía de soporte de una lámpara al lado de la cama y la nevera ronroneaba incesantemente. Y, al contrario que en el Drakensberg, en el rondavel hacía bastante frío. De todas maneras, para qué quejarse, ya estaban las tres noches pagadas (al mejor precio de la zona), así que es mejor tomárselo bien y disfrutar.


Al día siguiente todo es diferente, sobretodo si llegas de noche a los sitios. Resultó ser una granja con sus ovejas, vacas, impalas y hasta un jabalí. La finca es muy grande, tiene hasta sus dos caminitos para hacer excursiones y 3 estanques para pescar (a cuatro euros el pez, si lo pescas, claro, que se las saben todas). Cinco personas trabajan en la granja y ni rastro de los dueños durante toda la estancia.

El viernes fuimos a visitar a las tres tiendas de pesca del pueblo y a comer unas buenas truchas en un restaurante y con eso quedaba concluida la misión. La verdad es que valió la pena si tenemos en cuenta que nos pagaron el kilometraje (a 25EUR/100 Km.), los peajes, la primera noche de alojamiento y dinero extra por trabajar fuera. Vaya, que nos pagamos todo el fin de semana.

El sábado fuimos a ver los bird of prey (aves de presa) en acción y, a continuación, alquilamos unas cañas de pescar y fuimos a un estanque a intentarlo. Qué va! para mi que los peces que residen en ese charco están tan acostumbrados a ser pescados que ya se las saben todas. Así que, de nuevo, la única trucha que vimos fue en el plato del restaurante.

El domingo fuimos a dar un paseo de 6 Km. por dentro de la finca de esta gente. Parecía no tener fin, y eso que hicimos el corto, había un camino de 13 Km! Os dejo las fotos del viaje.

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